Uno de los interesantes contrastes que maravillan a todos los que deciden viajar a Japón es esa mezcla entre lo más tradicional y las últimas tendencias. Y eso es algo que queda muy patente cuando visitamos Meiji-Jingu o el santuario Meiji. Cuando sales por la puerta principal de la estación de Harajuku te encuentras de frente con Takeshita Dori y otras calles repletas de jóvenes que comen extraños dulces de colores, con las tribus urbanas que se pasean por la zona y una enorme cantidad de tiendas de moda. Pero si cruzas el puente por encima de las vías y giras a la derecha, te toparás con una enorme puerta torii que anuncia el acceso principal al máximo templo sintoísta de Tokio y que deifica la memoria del emperador y la emperatriz Meiji (fallecidos en 1912 y 1914, respectivamente).
Un santuario sintoísta clásico
Quienes se hayan decidido a viajar a Japón por primera vez encontrarán en este santuario una de las mayores esencias que esconde su país. Y es que la religión sintoísta está muy presente en la cultura japonesa, al igual que la budista. Uno de los hitos en nuestro viajes a Japón es el de mostrar de una forma muy cercana cómo viven la espiritualidad los japoneses. Y el santuario Meiji es una gran prueba de ello. A eso hay que añadir que a nivel arquitectónico también se trata de una construcción clásica relacionada con esta religión. El diseño sintoísta se caracteriza por su bellísima sobriedad, pilares de cipreses, tejados de cobre inclinados y un patio delantero con gravilla blanca. Un conjunto cuyo equilibrio no dejará indiferente a ningún descubridor y le invitará a caminar despacio para contemplar la escena y atesorarla.
Otro de los encantos que tiene el santuario Meiji es el hecho de que está envuelto en un precioso bosque formado por más de 100.000 árboles. Esto, junto a la espiritualidad que emana este lugar de culto, lo hacen una visita perfecta para estar tranquilo y tener un tiempo de relax en medio del agitado Tokio.
Como curiosidad, el Meiji-jingu que podemos visitar en la actualidad no es el original. Éste quedó reducido a escombros durante un ataque aéreo ocurrido en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron que pasar trece años para que se volviesen a levantar los edificios de una fiel reconstrucción que mantiene vivo el espíritu de este increíble santuario.
Una zona interior y otra exterior
Cuando llegamos a la entrada del recinto del santuario Meiji encontraremos una serie de grandes toriis que nos dan la bienvenida. Realizados en madera y cobre, estas monumentales construcciones se caracterizan además por tener representado el crisantemo, la flor que identifica a los Meiji.
Después, el recinto se divide en una zona exterior y una interior. En la primera podremos disfrutar de la galería de murales que retratan la vida del emperador. En este área también se pueden encontrar distintas instalaciones deportivas en uso. En la zona interior o naien, se sitúan los edificios del santuario. Detrás de ellos se encuentra el museo del Tesoro, que alberga objetos relacionados con el emperador y la emperatriz Meiji y que por fortuna, puede visitarse.
Un lugar de culto muy visitado
Durante los primeros cuatro días del Año Nuevo, cuando en Japón se celebra el hatsumode, este santuario puede llegar a recibir cuatro millones de visitas. Japoneses y japonesas que acuden a este lugar de culto sintoísta de forma masiva a pedir sus deseos para el nuevo año, comprar nuevos amuletos que les acompañen los próximos 365 días y deshacerse de los del año que se ha ido.
También en junio vive su máximo esplendor debido a la visita masiva al jardín con más de cien especies distintas de lirios (lo encontrarás a la izquierda, antes de acceder al complejo central de Meiji-jingu). Este exuberante lugar cuenta con una antigua casa de té y un maravilloso estanque.
Sobre el periodo Meiji
Para entender el periodo Meiji hay que ir un poco más atrás, la época del sogunato Tokugawa, marcada por el fuerte aislamiento de Japón respecto a cualquier influencia exterior. Un periodo que se prolongó a lo largo de dos siglos. Sin embargo, desde comienzos del siglo XIX algunos navíos occidentales intentaron llegar a tierras japonesas. En el mejor de los casos, estas expediciones tuvieron como resultado la expulsión y, en los peores, la muerte. Para las potencias occidentales esto era inadmisible y, en su afán colonizador, no querían perder oportunidades de expansión. Concretamente, Estados Unidos estaba especialmente interesada en expandir sus intereses por el Pacífico y tenía numerosos balleneros en el noroeste que necesitaban de aprovisionamiento de forma regular. Por ello, no dudó en utilizar la fuerza. En 1853 y 1854 el comodoro Mathew Perry llegó a la bahía de Edo con un gran despliegue de buques de guerra, exigiendo la apertura de Japón al comercio y al aprovisionamiento. El sogunato Tokugawa no tuvo más opción que rendirse ante tales exigencias, ya que no podía competir a nivel militar con esta amenaza. Tras este acontecimiento, Japón fue obligado a abrirse al mundo, una derrota que muchos personalizaron en el emperador. Surgió un movimiento centrado en expulsar a “los bárbaros”, pero como no fue posible, finalmente optaron por forzar la restitución del emperador. El golpe se conoce como la restauración Meiji, que transcurrió entre 1867 y 1868. El adolescente emperador Mutsuhito fue quien ocupó el nuevo puesto. Más adelante se le conocería como el Emperador Meiji, quien en 1868 trasladó la capital de Kyoto a Tokyo y estableció la residencia imperial en el palacio de los shogun Tokugawa. Desde aquel momento, el Emperador y la Emperatriz se instalaron allí y se establecieron varios edificios oficiales relacionados con la casa imperial.
Tras el periodo de fuerte represión que se vivió durante el sogunato, el periodo Meiji se caracterizó por una gran apertura a Occidente. El emperador seguía las órdenes de aquellos que le habían encumbrado, aunque estos siempre afirmarían que lo hacían todo en su nombre. Afortunadamente para Japón, demostraron ser una oligarquía muy capaz. Sin perder hilo, empezaron a aprender todo lo que podían aprovechar del enemigo, mejorando en una gran cantidad de campos. Se trajeron especialistas en diversas áreas y se enviaron misioneros a otras partes del mundo a aprender. En las siguientes décadas, Japón mejoró mucho en cuestiones como las comunicaciones, los ferrocarriles, la ropa, el sistema bancaria, la economía, el código legal y un largo etcétera. Cuando Mutsuhito murió en 1912, Japón ya era reconocida como potencia mundial.
Información de interés
Para llegar al santuario Meiji, la mejor opción es coger la Yamanote Line y bajar en la parada de Harajuku. Encontraremos a mano derecha saliendo de la estación. Tambien podremos llegar con las lineas Fukutoshin y Chiyoda bajando en la estación Meiji-jingu-mae.
- Horario: Abierto todos los días. La apertura y el cierre se realiza de acuerdo a la salida y la puesta de sol por lo que varía en funcion de la época del año en que lo visitemos. Aquí puedes ver el horario por meses en la web del santuario. El horario de la Casa del Tesoro y del Jardín Interior es de 9 a 16:30
- Entrada:
- Santuario: Gratuita
- Casa del Tesoro: 500 ¥.
- Jardin Interior: 500 ¥.
- Localización: A 2 minutos a pie de la estacion JR Harajuku.
- Web : http://www.meijijingu.or.jp/
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Fotos: Ernie, Alexander Svensson, Stefan Laketa, Miguel Vieira, Phil Kates, Jpvargas, Will
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