Ampliamente recordada por ser víctima de una de las dos bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial junto a Hiroshima, lo cierto es que la importancia histórica de Nagasaki arranca siglos antes siendo la primera puerta de Japón a Occidente y a los más cercanos países asiáticos, China y Corea. En el año 1543 un barco chino que se había desviado de su ruta y que portaba armas y aventureros portugueses a bordo, dio el pistoletazo de salida al largo periodo de tiempo que duró el papel de Nagasaki como principal nexo de unión con Occidente.
Nagasaki: una historia de comerciantes europeos
Gracias a la llegada habitual de mercantes portugueses, quienes hacían de nexo de unión entre China, Corea y Japón, Nagasaki se convirtió rápidamente en una ciudad rica y moderna. También llegaron misioneros cristianos cuyas doctrinas calaron en la ciudad. Tanto es así que cuando en el año 1614 las autoridades japonesas empiezan a limitar la presencia extranjera en la zona, sustituyeron a los comerciantes portugueses españoles y portugueses por holandeses, por su mayor interés en comerciar que en la religión. Asimismo, el cristianismo fue prohibido aquel año.
Un tiempo después las leyes todavía se endurecieron más y a partir de 1638 se prohibió el contacto con extranjeros, así como que los ciudadanos pudieran viajar fuera de Japón. Y al igual que la famosa aldea de galos de Astérix y Obélix, hubo una excepción: un enclave holandés estrechamente vigilado ubicado en la isla artificial de Dejima, en la bahía de Nagasaki. Gracias a ello, la ciudad siguió recibiendo la influencia de Occidente y se convirtió en un importante centro científico y artístico. Tras la reapertura de Japón al mundo, el lugar se convirtió en un importante centro de construcción naval, motivo por el que Nagasaki fue objeto de la bomba atómica.
Visitar el epicentro de la bomba atómica en Nagasaki
Quien se sienta atraído por viajar a Japón y visitar Nagasaki, en Kyūshū, la tercera isla más grande de Japón, seguramente lo hace movido por el hecho de que Estados Unidos arrojó sobre ella una de sus bombas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial. Aquel fatídico 9 de agosto de 1945 causó un total de 40.000 muertes, aunque aún hoy se registran patologías derivadas de aquel ataque. Por ello, uno de los lugares a visitar es el epicentro de la bomba atómica, que se encuentra en el barrio de Urakami, una zona residencial y tranquila con tiendas modernas, restaurantes y cafeterías. Allí se encuentra el Parque del Epicentro de la Bomba Atómica, que señala el punto exacto en el que impactó la bomba con una columna negra. Cerca hay varios restos de la ciudad tras la explosión como una parte del muro de la Catedral de Urakami. También se puede visitar el Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki, Heiwa Kōen (Parque de la Paz), dominado por la estatua de la paz de Nagasaki; y el torii de una columna (así quedó tras la explosión) en la entrada de Sanno-jinja; o la nueva Catedral de Urakami.
Fukusai-ji Kannon y el Monumento a los 26 mártires
En la zona de la estación se encuentra el Fukusai-ji Kannon (templo universal de Kannon en Nagasaki), con una figura de 18 metros de altura de la diosa Kannon, en cuyo interior se encuentra el péndulo de Foucoult (que demuestra la rotación de la Tierra sobre su eje). El templo originario databa de 1628 y también fue calcinado por la bomba atómica. El actual se construyó en 1976. La campana suena todos los días a las 11.02, hora en la que se produjo la explosión.
El monumento a los 26 mártires, también en la zona de la estación, se construyó en 1962 para recordar a los seis extranjeros y veinte cristianos japoneses que fueron crucificados el 5 de febrero de 1597, tras el primer edicto de prohibición del cristianismo en Japón. Otros puntos de interés que visitar en la zona sob los templos de Shōfuku-ji y Kanzen-ji.
Santuarios y templos en Nagasaki
Uno de los encantos particulares de Nagasaki es la calle de los templos o Tera-Machi. Situada entre la zona de ocio de Shian-bashi y el río Nakashima-gawa, cuenta a cada extremo con dos famosísimos templos, ambos ōbaku, la tercera mayor escuela zen; y de origen chino. Por un lado, Sōfuku-ji, de 1629, que destaca por su puerta roja, el enorme caldero que daba de comer a las víctimas de la hambruna de 1681) y la estatua de Maso, diosa del mar, venerada por los primeros marinos chinos.
Por otro lado, Kōfuku-ji, el más antiguo templo ōbaku de Japón, que data de la década de 1620 y que destaca por la arquitectura de la época Ming de la sala principal.
Entre uno y otro encontramos otros templos menores y famosas tumbas que también podemos visitar. Tera-Machi es un relajante paseo que no hay que pasar por alto en la visita a Nagasaki; como tampoco hay que dejarse en el tintero el enorme santuario Suwa-jinja, donde contemplar los distintos komainu (perros de oración).
Los puentes de piedra de Nagashima-gawa, el Jardín Glover y Dejima
Cerca de Tera-Machi podemos disfrutar también de los puentes de piedra del río Nagashima-gawa, que datan del siglo XVII (seis de ellos tuvieron que ser reconstruidos). El más famoso de ellos es Megane-bashi o puente de los anteojos, porque su reflejo en las aguas recuerdan a unos.
También es interesante la visita del Jardín Glover, uno de los lugares más populares para admirar la bahía de Nagasaki. Allí, sobre una ladera, se han vuelto a construir casa antiguas de los pioneros europeos que vivían en la ciudad en el periodo Meiji. Su nombre se debe a Thomas Glover, cuyas operaciones de importación de armas jugaron un papel importante en la restauración Meiji.
Deijima, la isla donde vivía aquel reducto de holandeses, es un lugar interesante, con su zona de ocio ubicada en el muelle, donde disfrutar de restaurantes, bares, tiendas y galerías.
Otros vestigios de la multiculturalidad en Nagasaki
Por último, reseñar las lomas holandesas (Oranda-zaka), cuyas calles empedradas e inclinadas alojaban antaño típicas casas de madera holandesas, algunas de las cuales han sido restauradas; así como también merece la pena destacar el templo Kōshi-byō a Confucio, una construcción colorida y desenfadada que data de 1893 realizada por los chinos que vivían en la zona. El Museo Histórico de China nos acercará mucho más a su cultura y nos dará una perspectiva de conjunto mucho más amplia.
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