Para todos aquellos que vean viajar a Japón como una forma de conectar no sólo con el presente de este país, sino también con su pasado, la visita al Palacio Imperial de Tokyo es una parada más que interesante. Aunque no se puede visitar palmo a palmo, ya que es la residencia oficial de la familia imperial nipona, recientemente ha experimentado un proceso de apertura que hace que mediante una visita guiada se pueda acceder a ciertas estancias del recinto y a los jardines interiores. Pero no sólo de lo que podemos encontrar tras sus puertas, sino también de todo lo que le rodea: el foso y los muros de piedras, con cientos de años de antigüedad, nos hablan de la Historia.
El Palacio Imperial ocupa en la actualidad el espacio en el que se encontraba el Castillo Edo, que fue el castillo más grande del mundo en su momento. Desde allí, el shogunato Tokugawa gobernaba Japón. El Palacio empezó a construirse en 1868 y el proyecto duró un total de 20 años. Mientras tanto, la familia imperial estuvo viviendo en el Castillo Edo. Sin embargo, el Palacio fue víctima de los bombardeos que realizaron los países aliados durante la Segunda Guerra Mundial (como pasa con una parte importante del patrimonio japonés), por lo que el que puede contemplarse hoy es una reproducción de aquel realizada en 1968, que ha intentado mantener su espíritu.

Los alrededores del Palacio Imperial de Tokyo
Cuando el descubridor se aproxima al Palacio Imperial el paisaje, integrado en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, es exultante. Cientos de años de historia descansan sobre los muros de piedra que rodean el recinto. Alrededor, el foso da una idea de la fortaleza defensiva que fue en su momento. Hoy, sin embargo, pueden incluso surcarse con una pequeña barca. Qué cosas tiene la Historia.

La inmensa plaza del Palacio Imperial, llamada Kokyo-Mae Hiroba es el lugar perfecto para hacerse una composición de lugar. Allí, rodeados de cerezos en flor podemos disfrutar de la vista imponente, sobre todo en la época del sakura. Además, los puentes son otro de los grandes atractivos que tiene este lugar imprescindible y una de las fotos más recurrentes que suelen hacer los turistas. ¡Say cheese!
Los jardines que se encuentran en los alrededores del Palacio Imperial de Tokyo son otro punto en el que hay que fijarse cuando visitamos esta zona. Tanto el Jardín del Este como el Parque Kitanomaru. Dar un paseo por ambos es una de las recomendaciones de la propia agencia de turismo japonesa. Para todos los que disfrutamos de la belleza incomparable de los paisajes multicolor de la vegetación, se trata sin duda de un buen lugar en el que recalar.

Un interior ¿infranqueable?
Hasta hace muy poco tiempo, el Palacio Imperial sólo podía verse por dentro en dos ocasiones al año, lo que no hacía sino que aumentar nuestra curiosidad sobre lo que albergaban esos muros impresionantes de piedra. Esto era así porque se trata de lugar oficial de residencia de la familia imperial, por lo que trataban de mantenerse la seguridad y la privacidad.
Sin embargo, ya se ha abierto al público algunas de las zonas mediante una visita guiada que puede reservarse vía online de manera anticipada. Aunque no podremos ver la zona más personal donde hace vida el emperador y su familia, tenemos la posibilidad de visitar los jardines interiores, ver el exterior de los edificios y el interior de algunas estancias. ¿Suficiente para satisfacer la curiosidad? Sólo una visita podrá responder a la pregunta 🙂
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