Seguramente una de las imágenes principales que los viajeros tienen en la cabeza cuando piensan en descubrir Japón son los caminos de toriis rojos, uno detrás de otro, formando un pasadizo impresionante que invita a recorrerlo. Esta instantánea se corresponde con el santuario Fushimi Inari o Fushimi Inari Taisha, situado en la montaña Inari-yama, en Kyoto; y es uno de los grandes símbolos, no sólo de la ciudad, sino de Japón. Está dedicado a la deidad sintoísta Inari Okami y tiene 1.300 años de antigüedad. ¿Damos un pequeño paseo bajo esos torii milenarios?
¿Por qué tantos torii?
Para responder a esa pregunta es necesario que contextualicemos un poco. Los santuarios sintoístas dedicados a Inari son los más conocidos por los japoneses. De hecho, hay alrededor de 30.000 de ellos a lo largo y ancho del país, que son frecuentados por personas de todas las edades. Fushimi Inari Taisha es al que todos ellos están afiliados. A él acude la gente a rezar para tener una cosecha abundante, prosperidad en el negocio, seguridad para su casa y su familia y muchos otros deseos.
Las puertas de torii se han usado profusamente como ofrenda desde el principio del periodo Edo (1603-1868) para simbolizar no sólo una petición, sino también un agradecimiento a la deidad por parte de la gente. Al representar Inari la prosperidad económica, han sido muchos los empresarios japoneses que han entregado un torii para pedir que sus negocios fueran bien o en agradecimiento de su buena marcha. Pero esta práctica no abarca sólo a las personas de negocios, sino que todo tipo de gente se ha sumado a ella, ofreciendo su propio torii que luce junto a los demás. En total, 10.000 ejemplares invitan al visitante a sumergirse en un camino de cuatro kilómetros de recorrido. Un espectáculo que remueve el alma y que tiene el añadido de desarrollarse en plena naturaleza.
Los santuarios de Inari están pintados en rojo bermellón, un color que está considerado como un amuleto contra las fuerzas malignas. Expresa también las abundantes cosechas que proporciona Inari Okami (aunque también se usa en muchos otros santuarios). El pigmento se realiza con mercurio y tierra roja. Esta mezcla se ha usado para preservar la madera desde la antigüedad.
El santuario Fushimi Inari y los mensajeros byakkosan
El santuario principal de Fushimi Inari contiene cinco santuarios juntos y en el recinto el descubridor encontrará docenas de zorros de piedra. ¿Por qué esta imagen? Los zorros son los mensajeros de Inari Okami y no representan a los animales que podrías encontrarte en un bosque, sino a sus parientes los byakkosan (zorros blancos). En la boca, las figuras llevan la llave del granero de arroz, que es una metáfora de la riqueza.
El distrito en conjunto tiene un total de 870.000 metros cuadrados en los que siempre puedes encontrarte algún byakkosan. Se trata de un entorno natural que hará que el visitante se quede prendado del lugar. Un motivo más para enamorarse perdidamente del Fushimi Inari es que en lo alto de la montaña hay un shinseki: un lugar en el que hubo un santuario (que fue quemado durante la Guerra de Onin en el siglo XV) y aunque ya no existe, la creencia es que la deidad se mantiene.
La entrada a Fushimi Inari es completamente gratuita y, lo mejor de todo, es que no cierra de noche. Así que cuando el cielo se cubre de estrellas se puede vivir la maravillosa sensación de estar en un templo cuando la quietud es la absoluta protagonista. Los tonos rojos, las preciosas luces del santuario y su situación algo retirada le confieren ese halo de misticismo que tanto nos llena a todos los que adoramos Japón.
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[…] Domingo 17 de octubre de 2010/ Este fin de semana lo he pasado con una amiga japonesa que conocí en España. Se llama Yuko y vive en Nagoya. Ya veníamos hablando desde hace un tiempo que teníamos que vernos aquí en Japón así que por fin hemos conseguido cuadrar nuestras agendas. Con ella hice un tour por Kioto que incluía la subida a la Torre de Kioto, un paseo por Shijo y Pontocho; una visita al Heian Jingu y al Fushimi Inari. […]
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