A pesar del paso de los siglos, Kamakura tiene todavía el halo de haber sido la capital de Japón durante el periodo comprendido entre 1185 y 1333. Su esplendor tiene mucho que ver con el budismo, en el que las clases dirigentes encontraron una forma de elevar la vida cultural de la ciudad, referencia para todo el país. No es el único, pero el símbolo más evidente de ello para l@s viajer@s es el gran Daibutsu de más de once metros que se alza imponente, recortado contra el cielo. También hay varios templos budistas interesantes, cuya fama se prueba con el hecho de que acogen la visita de miles de personas a lo largo de todo el año, especialmente durante los fines de semana. Y es que Kamakura mantiene ese aura que te atrapa. Sin duda, aquellas personas que quieran indagar en las profundidades de la historia de Japón, disfrutarán de la visita a esta pequeña ciudad cercana a Tokio.
El gran Daibutsu de Kamakura y los templos budistas
Algo tienen estas estatuas gigantes de Buda que nos hace sentir tantas cosas cuando nos situamos delante de ellas. Una conexión nos atrae hacia esos ojos cerrados esculpidos en algún material centenario (en este caso, el bronce) que nos produce calma y paz. Por eso, visitar el gran Daibutsu de Kamakura es una excelente decisión. La estatua puede verse en una gran explanada que se encuentra en el templo Kotoku-in. Su fecha de construcción es nada menos que 1252. Actualmente está al aire libre, pero anteriormente se encontraba en el interior de una sala que derribó un tsunami en 1495. Se dice que su existencia se debe a la visita de Yoritomo Minamoto, el primer shogun que estableció Kamakura como capital, al de Nara.
Pero como hemos dicho al principio, el gran Daibutsu no es el único símbolo budista que podemos encontrar en Kamakura. Además, el lugar está salpicado de una buena cantidad de templos zen entre los que destaca el Engaku-ji. Se cree que este se fundó en 1282 para que los monjes zen rezaran por la vida de los soldados que dieron su vida por Japón frente a Kublai Khan. Lo único que queda realmente antiguo en el templo es la puerta de Sanmon, una reconstrucción de 1780; pero también es interesante contemplar la campana de Engaku-ji, fundida en el año 1301.
El templo Tōkei-ji es otro de los imprescindibles cuando visitamos Kamakura, un lugar que alcanzó su importancia por ser refugio de mujeres maltratadas. Tras pasar tres años como monja en este centro se le reconocía el divorcio.
El Hase-dera y las estatuas Jizō
El Hase-dera es uno de los templos más visitados en la región de Kanto y su origen se remonta al año 736. Muchas personas se sienten atraídas por la imagen de la multitud de pequeñas estatuas de piedra de Jizo alineadas, en las escaleras que dan acceso a la sala principal. Jizo es el boddhisatva de los viajeros, pero también el de los niños difuntos y a ellos están dedicadas estas estatuas, llamadas mizuko kuyo que pusieron en el lugar mujeres que habían sufrido un aborto. Algunos de ellos están vestidos, con el fin de mantenerlos calientes. Sin duda, resulta algo bastante triste.
En la sala principal podemos encontrar una estatua de madera tallada de la diosa Kannon de once caras y nueve metros de altura que data del siglo VIII.
Otros de los atractivos que tiene Kamakura son los restos del gran torii descubiertos en la playa frente a Gebayotsukado en el año 1990. Se cree que su antigüedad se remonta al año 1553.
Por último, si se dispone de tiempo se puede visitar el templo budista zen Hokokuji, con unos preciosos y bien diseñados jardines. Destaca especialmente su bosque de bambú.
¿Qué te ha parecido lo que te hemos contado de Kamakura? ¿Te gustaría visitarlo? Algunas personas ya lo han hecho con nosotr@s.
Si te ha gustado la entrada, por favor, no dejes de puntuarla en las estrellitas que aparecen más abajo. ¡Gracias!