Acercarse a las luces multicolores que despiden los neones es otra de las hipnóticas actividades que hacer en el trepidante Japón. Ese que se nos muestra con todo su brillo y dinamismo en ciudades como Osaka, sólo superada por Tokyo como escaparate del fenómeno urbano nipón. Aquí vamos a encontrar una urbe completamente nueva, ya que fue arrasada en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero que ofrece a los visitantes un sinfín de rincones que recorrer, sobre todo cuando cae la noche. Es ahí donde podemos seguir los destellos de las luces de neón hasta encontrarnos con la avenida de Dōtonbori, que muchos comparan con el escenario de la mítica película Blade Runner. Uno de esos lugares que no nos podemos perder cuando decidimos viajar a Japón.
La avenida Dōtonbori, en el distrito de Namba
Sentirse como un personaje anónimo más de una película es uno de los encantos más habituales con los que nos conquista este país. Y es algo que cobra toda su fuerza en esta zona en la que los edificios exhiben carteles de todos los carteles y tamaños ante la mirada atónita del descubridor y la impasividad de los nipones, acostumbrados a la intensidad y la variedad de las luces. El distrito de Namba, donde se ubica la avenida de Dōtonbori, es uno de las más comerciales de Osaka y allí podremos encontrar una inmensa cantidad de establecimientos de diversos tipos, aunque son muy abundantes los destinados a la moda. Por ello, es un lugar ideal para realizar algunas compras. A lo largo de la galería Dōtonbori podemos disfrutar de un agradable rato de shopping visitando tiendas que no están en España y que son el último grito en Japón.
El mítico cartel de Glico man y otros
Si seguimos caminando hacia el puente Dōtonboribashi nos vamos a encontrar con un espacio abierto exterior donde los carteles resultan mucho más chocantes que en otras zonas. Ahí podemos ver al mítico muñeco Glico man, uno de los símbolos de la ciudad y cuyo cartel original fue colocado en 1935. Se trata de la publicidad de la empresa de dulces Glico, que se ha convertido en todo un punto de referencia para locales y turistas. De hecho, es muy habitual el posado o el selfie con el cartel de fondo. Además, desde aquí podemos observar el río y pararnos a contemplar el frenético ritmo de la noche osakense.

Una extensa oferta gastronómica
Continuando nuestro paseo, no podemos perdernos el desfile de restaurantes que encontraremos a lo largo de la calle, donde siguen compitiendo entre sí con carteles luminiscentes y formas de todos los tipos. Un pez globo gigante o un pulpo que conquista una fachada son sólo algunas de las increíbles formas que tienen los distintos establecimientos gastronómicos para llamar la atención del viandante y conseguir en esta competencia feroz, llevárselo a la mesa. Es por ello un buen lugar para probar cosas diferentes, siendo especialmente típicos de esta zona tanto las recetas con pulpo (como el takoyaki) o con cangrejo. También podemos decantarnos por uno de los muchos izakayas que encontramos en la zona, donde el formato nos permite probar muchos platos diferentes a precios interesantes.
Tiendas, restaurantes, pachinkos, clubes… Dōtonbori siempre está ardiendo y por eso nada mejor que adentrarse en la noche osakense y recorrer las callejuelas, a la busca y captura de todo aquello que nos deslumbre y maraville. Una ocasión perfecta para reponer fuerzas, realizar compras extrañas que traer de vuelta a España en la maleta y, por supuesto, hacerse la consabida foto junto al Glico man para tener constancia documental de la hazaña de haber conquistado un nuevo lugar de ese Japón tan enigmático que empieza cuando arranca la noche.
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