DIARIO DE UN DESCUBRIDOR. 13 de Noviembre de 2010/ Señoras y señores, ya puedo decir que soy espectador del otoño en Kioto. Supongo que en muchos otros lugares es igual pero aquí realmente te das cuenta de que cambia la estación porque la ciudad se llena de colores. En Alicante esta época del año me pasaba un poco inadvertida, pero ahora la estoy experimentado de una forma hasta ahora desconocida para mí.
En la universidad las hojas de los cerezos tienen un color impresionante. Es una mezcla entre rojo y verde que no sabría muy bien como explicar. Los gigantescos árboles centrales se están poniendo totalmente amarillos y cuando sopla un poco de viento se forma una especie de lluvia de hojas que me recuerda a una escena de película. El aire que corre es fresco y aunque por las mañanas hace frío, a mediodía se está muy bien si llevas la chaqueta puesta. A mi me gusta aprovechar cuando hace un día soleado para comprarme un bento (una cajita con comida para llevar) y comer en los bancos que hay en la zona central de la universidad. Se agradece no estar en medio de todo el mogollón y ahora con los paisajes otoñales todavía se disfruta más.
El ginkgo biloba el otro árbol famoso en Japón por el intenso color amarillo que llegan a alcanzar todas sus hojas. Cuando empiezan a caer, forman una gran alfombra amarilla a las faldas del tronco. Un espectáculo que vale la pena ver en directo.
Esta es una zona del río que he descubierto recientemente. Resulta que más al norte de mi casa hay un paseo con una cantidad ingente de cerezos, que se han puesto de acuerdo para cambiar de color al unísono y se ha convertido en un lugar impresionante para dar un paseo. A juzgar por el tamaño de cada árbol y su follaje, puedo deducir que tienen bastante tiempo, posiblemente los más antiguos de la zona. Ya me estoy imaginando como se van a poner en primavera con las flores y se me cae la baba. Hoy he decidido coger la bici e irme para allá a la hora de comer con mi bento y, aunque he ido solo, he podido disfrutar de un buen momento de tranquilidad a orillas del río que me ha sentado genial. Hay veces que apetece pasar un rato a solas y reflexionar un poco sobre cómo están yendo las cosas.
También he de comentar que por fin está dando comienzo uno de los fenómenos que más tiempo llevo esperando. Posiblemente sea una de las cosas que mas he ansiado desde que llegué a Kioto. Es el famoso kouyou (紅葉). Hablando en cristiano, esta palabra se refiere al momento en el que la hoja de los arces japoneses cambia de color partiendo de un intenso verde hasta llegar a un espléndido rojo fuego, pasando a su vez por varias fases que en su conjunto dan como resultado la increíble mezcla de cuatro colores simultáneamente: verde, amarillo, naranja y rojo. Yo estoy muy pendiente de este fenómeno para saber exactamente en qué momento va a llegar a su punto álgido, pero por ahora la cosa ya se empieza a poner en marcha y es una pasada.
Uno de los lugares que tengo en mente para observarlo en su mejor momento es el Ginkakuji (Templo de plata). Los jardines que allí se encuentran puede que sean los más bonitos de Kioto. Poseen una fabulosa mezcla entre musgo y momijis (una de las variedades de arce japonés más famosa), que dan como resultado una explosión de colorido que te cautiva desde el primer momento.
Visita al Templo de Plata de Kioto
Pues resulta que el domingo pasado, aunque no lo tenía planeado, acabé yendo allí. El plan del día era pasarme por el templo de Chion-in que está más al sur y echarle una ojeada, ya que me lo han recomendado encarecidamente unos amigos. Estaba previsto que me acompañara una japonesa que conocí en España, que estaba de viaje por Kioto. Me envió un mensaje hace una semana y decidimos pasar la mañana del domingo juntos. Bueno, con ella y con su madre que también se vino. La verdad que las dos son muy majas y pasamos un buen rato viendo templos y luego comiendo en un restaurante. Fue una buena práctica de japonés ya que por lo menos estuve unas cuatro horas sin parar de hablar. Así que la cabeza ya la tenia medio fundida en el momento de la despedida. La madre se portó increíblemente bien conmigo. Me pagó todos los gastos del día, incluyendo los billetes del autobús, las entradas al templo, el té japonés que nos tomamos allí y luego la comida en un restaurante pijito que no era para nada barato. Me dejó gratamente sorprendido. Y luego aún, me daban las gracias a mí por haberlas acompañado. Estos japoneses no dejan de sorprenderme.
El plan del día era ir al templo de Chion-in pero se ve que a Naomi (la madre) le encanta el Pabellón de Plata, y me pidió por favor si podíamos cambiar el itinerario. Por supuesto, yo no puse ningún problema.
Ya sé que todavía no es el mejor momento para ir pero el paisaje había cambiado bastante. La vez anterior que fui era todo absolutamente verde pero en esta ocasión se puede observar una gran variedad de colores. Estoy deseando que todos los árboles se pongan al tema con eso de volverse rojos. Va a ser una pasada. La combinación de colores y el suelo verde por el musgo cubierto por hojas rojas con forma de estrella. ¡No puedo esperar para verlo!
Supongo que para mucha gente este fenómeno es bonito pero para mí, que me encanta la naturaleza, es algo único. Llevo mucho tiempo queriendo ver árboles de hoja roja y creo que esta vez voy a cumplir mis deseos.
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TENGO SETENTA Y CUATRO AÑOS Y MI MAYOR DESEO ES CONOCER JAPÓN.
ME ENCANTA LA CULTURA,PAISAJES Y LA GENTE EN COLOMBIA HE TENIDO LA OPORTUNIDAD DE TRATAR CON MUCHA GENTE DE ESTE PAÍS.