DIARIO DE UN DESCUBRIDOR. Miércoles 8 de diciembre de 2010/ Como ya sabéis a mi me gusta probar un poco de todo, por eso no dejo pasar ninguna oportunidad que me permita añadir una nueva experiencia a mi colección. En el capítulo de hoy me veréis lanzándome a aprender cocina japonesa.
La oportunidad de aprender cocina japonesa
Resulta que hay un club que organiza una vez al mes una clase de cocina en la que te enseñan a preparar diversos platos del repertorio culinario japonés. ¡Mi oportunidad para aprender cocina japonesa! Me lo comentó mi amiga Roni (la chica de Israel) hace cosa de un par de semanas y acordamos que iríamos juntos a la próxima quedada. Así que nos apuntamos en la lista de asistencia de la página web del club para asegurarnos una plaza el domingo pasado. El tema consiste en preparar varios platos y luego dedicarnos a disfrutar degustándolos.
En esta ocasión tocaba el famoso nabe (algo así como un estofado de verduras y carne), un buen ramen, un plato de comida coreana muy recurrido por estos lares, y un postre que, para que os hagáis una idea, consistía en una especie de brazo de gitano relleno de una sabrosa crema.
Tuve la oportunidad de practicar bastante el idioma ya que entre los asistentes había tanto extranjeros como japoneses. La verdad es que es una gran ocasión para conocer gente ya que a la hora de ponernos a comer podíamos hablar con todo el mundo mientras nos íbamos sirviendo un poco de esto y un poco de aquello.
Jouzu, una de las palabras favoritas de los japoneses
Quiero aprovechar la ocasión para comentar otra de las palabras favoritas de los japoneses. Esta no es otra que jouzu (上手) y significa habilidoso. Los japoneses te lo dicen constantemente, aunque no sé si lo piensan en realidad (siempre que me oyen hablar en japonés me cae algún jouzu) pero en este país, alagar al personal es el pan de cada día.
Cuando te lo dicen lo suyo es contestar, madamada (まだまだ) que significa algo así como “que va, que va”. Esto nos lo explican hasta en clase. Después de un cumplido, toca ser modesto. Es una especie de protocolo para no parecer un engreído. No os podéis imaginar la cantidad de reglas sociales que hay en este país. Principalmente, para todo lo relacionado con la comunicación.
En esta ocasión me tocó recibir una gran cantidad de halagos en el momento que tuvimos que enrollar el brazo de gitano. Es la parte más complicada ya que si no lo haces bien, se va todo al traste. Llegados a este punto, nadie se atrevía a dar el paso. En este momento de indecisión, yo me hice cargo de la situación asumiendo la responsabilidad de darle el toque final a nuestro bizcocho. La verdad es que no me quedó nada mal, pero los japoneses me alabaron como si fuera una especie de dios o algo así. “Jouzu Jouzu!!” Me decían una y otra vez. Si es que son majetes los tíos.
La clase nos salió a 1000 yenes por cabeza (unos 9 euros), así que me quedé bastante satisfecho porque no solo puedes aprender cocina japonesa, sino que también te pones las botas a comer y conoces gente nueva. No esta mal, ¿No? Sin duda, el mes que viene nos volveremos a ver las caras.
El helado más grande e increíble de la historia de los helados
Por último, un pequeño inciso para presentaros del helado más grande e increíble jamás visto en la historia de los helados. De vuelta a casa pasé por una cafetería que hay en la avenida principal de Kawaramachi. No pude resistirme a sacar varias fotos porque el escaparate me dejó con la boca abierta. Disponen de un surtido muy amplio de copas de helado que va creciendo en tamaño hasta llegar al súper helado. Una copa pensada para 50 comensales que cuesta nada menos que 30.000 yenes (Unos 270 €). Para poder degustarla tienes que encargarla con una antelación mínima de una semana.