Miércoles 8 de Septiembre de 2010
Este es mi segundo día aquí y tampoco tiene desperdicio. Empecemos por el principio. Poco después de desayunar he conocido a una de las chicas que viven en mi casa. Es una sueca o eso creo haberle entendido. Mientras hablábamos ha llegado un hombre japonés a casa. Le hemos abierto la puerta y resulta que era un técnico que venía a arreglar algo que se había estropeado. Ha pasado y se ha puesto en la cocina a desmontar un calentador de agua. La chica y yo estábamos ahí mirando y de repente se nos pone a hablar en japonés a toda pastilla. Al principio he empezado a entender, pero luego ha sido imposible seguir el hilo. Ahora comprendo a los extranjeros que te dicen que sí a todo y luego no tienen ni idea de lo que les has dicho porque es justo lo que estaba haciendo yo. Nada más terminar he mirado a la chica para ver si ella había entendido lo que decía pero tenía la misma cara de incógnita que yo. Entonces le he pedido por favor al señor japonés que si nos lo podía repetir otra vez. El hombre muy amablemente me ha vuelto a soltar la misma parrafada a la misma velocidad. Así que me he vuelto a perder en el principio. Menos mal que en eso ha llegado la dueña de la casa y ya se ha aclarado con él. Esto no se parece en nada a mis clases de japonés en las que mi profesora me hablaba clarito y despacio. Es la vida real y no hay quien entienda el japonés. Me tengo que poner las pilas y estudiar a tope. Si quiero sobrevivir aquí no tengo más opción.
Hoy me he levantado con ánimo así que he decidido que después de comer me iba a dar una vuelta por la ciudad a investigar un poco la zona. Me he tomado mi bol de ramen instantáneo y justo cuando me disponía a salir, ha tocado a la puerta otro japonés. No había nadie en casa así que he tenido que ir yo a abrirle. Resulta que era un vendedor ambulante y el tipo me quería endosar collares y anillos de oro. Ha empezado a hablar, pero tampoco podía seguirle. Le he dicho que había llegado ayer y que no quería comprar nada, pero el tío tenía mucho aguante. Ha estado hablando conmigo un buen rato. Al final me he quedado con su folleto informativo y le he dicho que me lo pensaría. Pobre iluso.
A explorar territorio japonés
Por fin ha llegado el momento de investigar la zona más a fondo. He ido a ir a ver el río de Kyoto, la universidad donde voy a estudiar y de vuelta, los jardines del Palacio Imperial. He mirado la ruta en Google Earth antes de salir y no me ha parecido un trayecto complicado. Lo que no he calculado bien son las distancias porque me he inflado a andar. Pensaba que la universidad estaba más cerca. Mañana sin falta me voy a comprar una bicicleta. Aquí hay un montón de gente que las usa. Además, se ve que han desarrollado una especie de sexto sentido para conducirlas porque me he cruzado con una chica que iba en la bici y escribiendo un mensaje en el móvil. Yo juraría que no estaba mirando la carretera, pero algo debe de hacer para llegar sana y salva a su destino.
De camino a la universidad he pasado por la ribera del río Kamogawa, que por cierto está muy bien aclimatada para ir en bici. Hay una especie de parque que va paralelo al río donde los japoneses se reúnen para hacer todo tipo de actividades. Había unos haciendo gimnasia, otros cantando, unos chavales jugando al fútbol y algunos simplemente descansando. Se percibía un ambientillo sano y agradable. Mientras iba caminando por la calle me he sentido por primera vez en mi vida como un extranjero. No sé, es algo difícil de explicar, pero cuando vas a otro país donde la gente se parece a ti, no te sientes diferente. Sin embargo aquí, tú eres el raro, el que destaca.
Por fin, después de una caminata, he llegado a la universidad de Doshisha donde estudiaré a lo largo del próximo año y la verdad que me ha gustado bastante. El tipo de edificación no es del estilo japonés, sino mas bien parecía como inglés o francés antiguo, pero es bonito. Ya veremos a ver qué tal son las clases cuando empiece el día 25.
Ya se empezaba a hacer de noche (lamentablemente sólo eran las 17:30…los días aquí son súper cortos…) y decidí regresar a casa. De vuelta he cambiado la ruta y en vez de volver por el río, he pasado por el palacio imperial. ¡Es inmenso!
Mi primer restaurante
A mitad de camino he pasado por al lado de varios restaurantes y al verlos, he sentido como mis tripas empezaban a rugir por el hambre. He pensado que sería buena idea entrar en uno a comer algo pero de pronto, he notado una sensación muy fuerte en mi interior que me impedía hacerlo. Era como si me diera vergüenza ir solo a cenar, y más siendo Japón. Por un momento, me he convencido a mí mismo de que era mejor volver al súper a comprar algo. Ya estaba a punto de irme cuando me he parado y he pensado. “Yo no he venido aquí a Japón a acobardarme, he venido a vivir nuevas experiencias”. Así que, me he armado de valor y he entrado a uno que me ha dado buen feeling.
Al cruzar la puerta, nada más verme los camareros, se ponen a gritar “¡¡Irashaimaseee!!” Como no sabía muy bien de que iba el tema pensaba que me estaban gritando por algo que había hecho mal y casi salgo de allí corriendo, pero luego han venido sonrientes a indicarme donde podía sentarme. ¡Vaya recibimiento! Voy a tener que acostumbrarme.
Como iba yo solo me ha sentado en la barra, donde había unos sillones muy cómodos de cuero. Los cocineros estaban al otro lado, haciendo la comida sobre unas planchas que abarcaban prácticamente la barra entera justo en frente de mí. Un chico joven ha venido a atenderme y me ha dado la carta. No sé qué me ha dicho, pero no le he entendido nada. Luego he mirado la carta y más de lo mismo. Ni papa. En fin, que llevo 3 años estudiando japonés en España y estoy como si me estuvieran hablando en chino. ¡Que ánimos!
He estado mirando un buen rato la carta y no sabía que pedir. No había ninguna foto. Al final he visto un plato que entendía que llevaba pollo, así que me la he jugado con ese. Cuando me lo han traído, he comprobado con satisfacción que tenía muy buena pinta. Le he hecho una foto para que lo veáis. Lleva unas salsas por encima y debajo había unos trozos de pollo frito, unas verduras y arroz en la parte del fondo. Un plato bastante completo y muy bien presentado. Estaba muy rico.
Mientras disfrutaba de mi primera comida japonesa en el país he reflexionado un poco sobre todo el tiempo transcurrido desde que decidí que iría a estudiar a Japón hace ya más de 7 años hasta ahora. Parece mentira que ya esté aquí. Son tantas las veces las que he pensado y hablado sobre este proyecto que no me acabo de creer que por fin se haya hecho realidad. Ahora me esperan 12 meses de grandes experiencias. Estoy ansioso por descubrir lo que me depara esta aventura en la que me he embarcado.