Sábado 18 de septiembre de 2010
Hoy es sábado y además ha salido de nuevo un sol espléndido, así que he pensado que sería buena idea hacer una expedición por Kyoto. He mirado un rato el Google Earth para trazarme la ruta y he salido de casa acompañado de mi fiel bicicleta.
El primer destino de la ruta ha sido la calle de Shijo, una de las más importantes de la ciudad. Está llena de tiendas de productos artesanos y restaurantes. Cerca de allí está el barrio de Gion. Se trata de una de las zonas más antiguas de Kyoto. Está formada por varias calles al más puro estilo tradicional japonés, con farolillos de papel en las puertas y casas de madera. He oído que de vez en cuando se puede ver a alguna geisha auténtica paseando entre las callejuelas que forman el barrio.
He aparcado la bici y me he adentrado a pie por la zona. Al final de una de las calles principales me he topado con un templo que no sabía ni que existía. Se llama Kennin-ji. El acceso al recinto es gratuito, pero para entrar dentro del templo había que comprar una entrada. Como estaba en plan expedición simplemente me he paseado por los jardines contemplando sus impresionantes edificios. Me encanta el tipo de construcción tradicional japonés con esos tejados tan característicos.

Muy cerca de allí hay un parque conocido con el nombre de Maruyama. Está justo lado de la montaña así que al fondo se puede observar una vegetación exuberante. A título informativo, Kyoto es una ciudad que está rodeada por una pequeña cordillera montañosa totalmente recubierta de bosque y vegetación. La mayoría de los templos de la ciudad están construidos muy cerca del bosque por lo que la naturaleza es uno de los elementos principales en gran parte de ellos. Esta es justamente una de las características que más me gustan de Kyoto.
A mitad de camino entre un sitio y otro he pasado por un restaurante especializado en ramen. Se trata de un tipo de comida muy típica de Japón que los amantes del anime y del manga japonés conocen perfectamente. Llevo escuchando el nombre de esta comida durante años. Para mi ha sido un momento bastante especial porque muchas veces mientras preparaba mi viaje a Japón en España imaginaba como sería probar este plato. Y puedo decir con satisfacción que no me ha decepcionado en absoluto. Además, por lo que he podido averiguar, hay muchos tipos de ramen y cada restaurante le da su toque personal, así que durante este año, voy a tener ramen para rato.
Para terminar con la ruta, he ido a una tienda muy conocida de productos tecnológicos que hay justo al lado de la estación de Kyoto. Se llama Big Camera y es una gran superficie donde vende todo lo que puedas imaginar relacionado con la electrónica. Una de las cosas que me sorprende de los comercios japoneses es el marketing súper llamativo que suelen utilizar. Tienen las tiendas llenas de carteles anunciando los precios como si fueran las mejores gangas del mundo. En los altavoces no para de sonar la voz de un japonés cantando las ofertas y los dependientes dedican parte de su tiempo a hablar en voz alta sobre los mejores productos que tienen en la tienda. Una cantidad de estímulos publicitarios brutales.
Después de todo este recorrido llegaba la hora de regresar a casa. El sol estaba casi escondido y es mejor no recorrer largas distancias de noche con la bici. No porque te vaya a pasar algo, sino porque tienes que conectar la luz y eso hace que pedalear sea más costoso (las bicicletas llevan un pequeño generador enganchado a la rueda para producir luz mientras pedaleas). Después de todo lo que había andado, se puede decir que cuanto menos me costara volver, mejor.