DIARIO DE UN DESCUBRIDOR/ Sábado 18 de diciembre de 2010. Señoras y señores, el frío se ha apoderado de la ciudad de Kioto. Madre mía, cómo han descendido las temperaturas estos últimos días. Los agradables paseos en la bicicleta de camino a la universidad se han convertido en una batalla por la supervivencia. Ya estoy empezando a usar las camisetas térmicas que me traje de España. No sé que haría sin ellas porque, por lo que tengo entendido, la cosa se va a ir complicando poco a poco hasta llegar al punto álgido a mediados de enero. Sinceramente, estoy un tanto preocupado porque yo soy un hombre de sol y playa y eso de pasar frío no es lo mío. Uno de los aspectos negativos es que las bajas temperaturas vienen acompañadas por una intensa humedad, de tal forma que la situación se recrudece todavía más. Esto ha hecho que tengamos que buscar otro lugar para realizar nuestros entrenamientos de artes marciales al aire libre y hoy os cuento cómo lo encontramos en la Universidad de Kioto (Kyodai).
El fin del otoño y el cambio de estación
El paisaje ha cambiado totalmente. Los árboles han perdido casi todas las hojas y los coloridos arces momiji se han convertido en la sombra de lo que un día fueron. Me da un poco de pena que el otoño se haya acabado. Ahora toca pasar a la siguiente fase y prepararse para el invierno.
Algo que cada vez tengo más claro es que lo importante reside en no estancarse en lo que te gusta y aprender a disfrutar de las nuevas situaciones. Sé que el invierno tiene muchos mas inconvenientes, pero puede llegar a ser una buena experiencia si intento centrarme en lo positivo y dejar a un lado lo negativo. Una de las cosas buenas de Japón es que la diferencia entre las estaciones se palpa de una forma muy clara en el ambiente. Realmente puedes sentir la esencia de cada una de ellas. Ahora empiezo a comprender el verdadero significado de algo que había escuchado muchas veces antes de llegar aquí.
Entrenando en la universidad de Kyodai
Uno de los primeros problemas con los que me he encontrado debido al frío es que los entrenamientos de artes marciales que Tobías y yo solemos hacer en los jardines del palacio imperial han dejado de ser tan bonitos. Para poder continuar con ellos nos hemos visto obligados a encontrar un lugar cerrado donde podamos seguir con las clases. Pensando en dónde podríamos ir, se nos ocurrió hacer uso de la picardía (o cara dura, según se mire) de los españoles y colarnos en el edificio deportivo de la Universidad de Kioto (Kyodai), la más importante de Kioto, aprovechando que no te piden ningún tipo de acreditación. Nos hicimos pasar por estudiantes de la universidad para pasearnos por las instalaciones y buscar un lugar donde entrenar.
Llegamos al pabellón que utilizan los clubs deportivos en sus prácticas diarias. Disponen de tatamis, zona de pesas y hasta de un ring de boxeo. Hay un gran espacio donde la gente se pone por su cuenta a entrenar, desde malabares hasta prácticas con la katana. Nosotros nos instalamos allí en medio y aunque nadie nos dijo nada, creo que llamábamos un poco la atención porque entre que éramos los dos únicos extranjeros a 100 metros a la redonda y que encima estábamos haciendo artes marciales un tanto diferentes a las que se estilan por este país, no pasábamos precisamente desapercibidos. Esta vez traigo algunas fotos, así que por fin vais a poder ver a mi mejor amigo aquí en Japón y compañero de entrenamientos.
Ahora que el frío empieza a apretar, creo que vendremos a la Universidad de Kioto (Kyodai) a menudo. Por lo menos, hasta que alguien nos pregunte quienes somos y pongan un cartel con nuestras caras para prohibirnos la entrada. Aunque conociendo a los japoneses y lo buenos que son, no creo que nunca lo hagan.
Tengo que decir que me he sentido muy bien entrenando en este pabellón rodeado de japoneses. A veces no puedo evitar sorprenderme de todo lo que estoy viviendo aquí. Jamás podría haber imaginado que entraría en un lugar como este y andaría entre ellos como uno más. Hace no mucho tiempo estaba en España tratando de saber cómo sería mi vida en Japón. Y por mucho que mi mente es capaz de visualizar todo tipo de situaciones, esto nunca había entrado en los planes. Me alegro mucho de que la vida sea capaz de mantener el misterio y de hacer que cada día pueda convertirse en una aventura.
Ya os contaré como llevo el frío pero algo me dice que me voy a acordar mucho de estos meses. Sobre todo, porque la casa donde vivo no parece estar bien preparada para mantener el calor. Las paredes son de madera y muy finas. Tengo la impresión de que voy a tener que hacer vida al lado del radiador. ¡Va a ser todo un reto!
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