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    Cocina japonesa: nabe y dulces de Kioto

    InicioDiario de un DescubridorCocina japonesa: nabe y dulces de Kioto

    DIARIO DE UN DESCUBRIDOR. Lunes 20 de diciembre de 2010/ En esta entrada también voy a hablaros de comida japonesa. Este es un plato que ya he nombrado anteriormente pero en esta ocasión, voy a explicaros un poco más acerca de él ya que tiene mucha importancia en la dieta japonesa. Se trata del nabe (鍋) y su traducción es algo tan simple como “olla” (la que se utiliza para cocinar). Después de un tiempo aquí he entendido que más que el nombre de un plato, es el nombre de un tipo de comida. Esto se debe a que existen una gran variedad de nabes diferentes. En los supermercados puedes encontrar el caldo que se utiliza para darle sabor y disponen de muchos tipos, por lo que siempre que quieras puedes optar por cambiar el estilo o añadir diferentes ingredientes.

    En realidad, se podría decir que es el estofado japonés. La forma de cocinarlo es similar a la que se utiliza en España, pero con una serie de variaciones como los ingredientes. De todas formas, al fin y al cabo, no deja de ser un estofado como los de toda la vida.

    Los detalles del nabe en la cocina japonesa

    Otra cosa de la que también me he dado cuenta es de que intentan no utilizar verduras que tarden mucho en cocinarse al fuego sino mas bien ingredientes blandos como las setas, una especie de lechuga que tienen por aquí, ajos tiernos, tofu, etc. Esto hace que no les haga falta utilizar una olla a presión para poder tenerlo listo en relativamente poco tiempo. De hecho, cuando vas a algún restaurante y pides nabe, lo que hacen es que te traen un hornillo pequeño de gas, si es que no lo tiene incorporado la mesa, y la olla con los ingredientes y el caldo bien puestos para que lo único que tengas que hacer sea enchufar el aparato y removerlo un poco. Como no tarda mucho, puedes comértelo recién hecho, que siempre está mejor.

    Algo que también caracteriza los estofados japoneses es que los ingredientes los ponen por grupos de tal forma que cuando destapan la olla se ve como está todo dividido en secciones. En España solemos removerlo y servir un batiburrillo con un cucharón, pero aquí no sé si lo hacen por estética (lo cual tampoco me extrañaría mucho) pero van cogiendo un poco de cada con los palillos hasta completar el estofado en tu bol.

    Experimentando las Nabe party

    Entre los chavales jóvenes es muy popular organizar las nabe-party (鍋パーテイ―) que significa: fiesta de nabe. En ellas preparan varias ollas con las que se hinchan a comer por relativamente poco dinero.

    Nabe party

    Hace poco tuve la suerte de ser invitado a una de estas fiestas el sábado por la noche (todavía me resulta un poco extraño que me inviten a cenar y me digan de quedar a las seis cuando en España lo normal es quedar a las nueve y eso ya sería pronto). Un chico japonés de mi clase de negocios en Japón nos propuso a unos amigos y a mí ir a su casa para celebrar que las navidades están a punto de dar comienzo degustando un buen plato de nabe. A todos nos pareció buena idea, así que quedamos para hacer las compras en un supermercado cercano a la casa de Toshi y empezar con la fiesta.

    Cuando llegamos nos quedamos alucinados con la casa de este chico. En realidad, no es que fuera nada del otro mundo, pero ya estoy un poco acostumbrado a ver las habitaciones de todos mis amigos tan pequeñas que cuando te encuentras con lo que en España sería un mini piso, te sorprende.

    En la fiesta no eran todos japoneses, pero más o menos como si lo fueran porque su nivel con el idioma me dejaba a mí por los suelos. La mayoría está en el nivel 7 y 8, que son el top de la universidad. Hablaban con mucha soltura y además, yo era el único occidental, ya que ellos procedían de Taiwan, Hong Kong y por supuesto de Japón.

    Les propuse de hacer un aperitivo a la española con un poco de vino y queso. Me encanta esta combinación.

    Aperitivo español en la fiesta japonesa

    Participar en estos eventos me consume mucha energía porque tengo que estar todo el tiempo hablando en japonés sin parar, pero me vienen de perlas para mejorar rápido ya que tengo que estar con la mente muy despierta si quiero poder entender lo que dicen. Me quedé un poco sorprendido por ser capaz de comprender la mayor parte, a pesar de que hablaban bastante rápido. De todas formas, a mí ya se me ha pasado la vergüenza, así que no tenía reparos en ponerme a chapurrear sin importarme que se apreciara una gran diferencia de nivel. Esta es la única forma de aprender aquí. Dejar de un lado los miedos y las vergüenzas y ponerse al lío. Si te quedas callado pensando que vas a hacer el ridículo, estás perdiendo el tiempo y el dinero. No me estoy gastando todos mis ahorros en Japón para hacer de mudito. Precisamente si he venido hasta aquí es para tener la oportunidad de hablar lo máximo posible.

    Cuando terminamos de comer, yo saqué de mi bolsa unas pastillas de turrón que me han enviado mis padres desde España. Lo preparé en un plato tal y como lo hace mi padre, siempre todo bien colocadito y con un poco de gracia. Ninguno de ellos lo había probado nunca, pero a todos les encantó. A lo mejor me equivoco pero creo que es imposible probar un buen turrón y que no te guste. Es un sabor diseñado para todos los paladares del mundo.

    Los famosos dulces de Kioto

    El anfitrión de la fiesta nos dio también una agradable sorpresa. De postre sacó de unas cajitas muy bien envueltas algo que llevaba mucho tiempo queriendo probar: los famosos dulces de Kioto. Como es propio de los japoneses, el aspecto es a veces más importante que el sabor. No sé cuánto tardan en hacer cada uno de estos pastelitos, pero no es el típico producto que puedas elaborar a granel sino que debes de dedicarle a cada uno el tiempo que haga falta para alcanzar la perfección visual. Sinceramente, el sabor me decepcionó un poco. Y no es porque no estuvieran buenos sino porque después de ver algo tan bonito, las expectativas a la hora de degustarlo son altísimas. Cuando le preguntamos si habían costado mucho, Toshi nos dijo que no habían sido muy caros, solo pagó 2.500 yenes por un set de 8. Unos 22 euros para hablar más claro. A lo mejor no eran caros, pero desde luego baratos tampoco.  Yo probé el verde y el rosa clarito.

    Dulces de Kioto

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    Marcos
    Marcoshttps://www.descubriendojapon.com
    Durante ocho años perseguí el sueño de vivir en Japón y después de mucho esfuerzo pude hacer la maleta e irme a estudiar a la Doshisha University de Kyoto. Allí profundicé durante más de 3 años en el conocimiento de la lengua y la cultura japonesa. Desde entonces, mi vida ha estado siempre ligada a Japón. Soy un aficionado a descubrir nuevos rincones todavía sin explorar.

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