Miércoles 22 de septiembre de 2010
En el día de hoy tenía pensado hacer una escapada en plan expedición pero me ha surgido un buen plan y he decidido improvisar sobre la marcha y apuntarme. Resulta que esta tarde se celebraba la ceremonia del Tsukimi (月見) en un santuario llamado Shimogamo Jinja (下賀茂神社). La palabra tsukimi significa “Contemplar la luna”. Se organiza para dar la bienvenida a la que será la luna más grande del año. El programa del evento consistía en una serie de actuaciones tradicionales tales como música y danza noh.
Al llegar al santuario hemos visto que había unos bancos frente a una especie de escenario que llaman butai (部隊). Hemos tenido suerte de coger un buen sitio en las primeras filas. Las actuaciones han estado bien, unas mejores que otras. Hay un instrumento llamado koto, que es como una especie de tabla con cuerdas. Me encanta el sonido que emite. Una de las canciones que ha tocado ha sido preciosa. Sin embargo, al final las actuaciones se han hecho un poco pesadas porque todo era muy ceremonioso y lento. Sobre todo, la danza noh. Es bonita de ver, no digo que no, para para dar un paso adelante en el escenario se tomaban un buen rato. Vamos, ¡Que no había prisa!
Celebrando el tsukimi y la luna sin aparecer
Algo gracioso ha sido que la fiesta se celebraba para contemplar la luna, pero justo hoy estaba nublado y apenas se veía. En ocasiones las nubes dejaban atisbar un pedacito de luna y eso era suficiente para que un gran murmullo se apoderara de la multitud como si estuviese ocurriendo algo increíble. Yo miraba y no veía nada. Sé ve que los japoneses tienen vista de lince porque en caso contrario, no lo entiendo. Menos mal que al final, cuando ya todo estaba a punto de acabar, la luna se ha decidido a salir y la hemos podido contemplar como es debido.
De vuelta a casa hemos pasado por unos puestecitos que había a la entrada del recinto donde vendían dulces tradicionales de Kyoto. Me encanta probar cosas nuevas así que me he estirado un poco y he hecho un par de compras. Si hay algo que me gusta de estas tiendecitas japonesas es que en la mayoría te dan a probar un pedacito de lo que venden. Tienen un plato frente a cada producto con unos trocitos de muestra que puedes comer sin ningún compromiso. De esta forma compruebas si te gusta o no. ¿Parece lógico verdad? Esta estrategia les ha dado resultado conmigo porque he cogido un trozo de un dulce que me ha encantado y no he podido resistirme a comprarlo. Es como una especie de crepe frío con una pasta dentro hecha de plátano y canela. Muy, muy bueno. También he comprado algo que tenía muchas ganas de probar: el mitarashi dango. Es un dulce que consiste en unas bolitas hechas con una pasta maleable de arroz machacado y embadurnado de una salsita caramelizada. No me ha decepcionado en absoluto. Estaban riquísimas. ¡Cuántas veces las había visto en las series de animación japonesa durante todo el tiempo que estuve preparando mi viaje! Ahora estoy aquí, comiéndolas en la vida real, sentado frente a un santuario en mitad de la noche viendo la luna más grande y bonita del año. Es como un sueño del que no me gustaría tener que despertar.
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